"Between joke and joke... the truth is shown"

psychoanalysis, culture, art and technology

Tuesday, December 28, 2010

Con amor de madre


por
Camilo Ramírez Garza

A la desgarradora experiencia de perder a un hijo de manera cruenta, miles de madres
en México, deben padecer igualmente el crimen de un deficiente sistema de impartición
de justicia, el cual, sirviéndose de la impunidad y corrupción, realiza de manera velada y
abierta, una violencia y crimen mucho mayores: no dar garantías mínimas de seguridad
y protección a sus ciudadanos, ya no digamos previas mediante la prevención del delito,
sino después, con la ejecución de procesos y penas para quienes delinquen. Lo ideal:
al haber justicia no solo se pone en su lugar a cada cual, sino sirve, por que no decirlo,
para el descanso de familiares y amigos y la sociedad en general, en particular de los
padres. Finalmente la muerte de nuestros seres queridos no quedó impune y su crimen
fue sancionado. Ahí Derecho cumpliría su objetivo de ser garante, mientras que en otros
casos la justicia espera indefinidamente al estilo de la serie “Cold case”. Como es el caso
de los crímenes masivos del 68y 71 en México, que a pesar de conformar una comisión
especializada para dichos delitos del pasado, la justicia no ha tenido lugar.

En muchas experiencias de desapariciones y secuestros, los padres solicitan
clamorosamente al menos saber donde está su hija, su hijo, para así poder descansar,
rendirle homenaje, llorar su memoria. Recuerdo que Nelson Vargas en repetidas ocasiones
así lo manifestaba, como miles de padres a todo lo largo y ancho del país. Pues contar con
un cuerpo y una sepultura es el inicio del descanso, del duelo, tanto del aquejado por el
crimen como para la familia. Cuando esto falta, el amado familiar está en todos lugares y a
la vez en ninguno. Cuando se trata de una muerte por un crimen, además del inmenso dolor
-¡Las palabras no alcanzan!- se añade la de experimentar en la pasividad e impotencia un
acto radical ejecutado por alguien, conocido o desconocido, que en un solo instante, hizo
de nuestra vida algo diferente, sin marcha atrás. “Yo ya no tengo nada que perder, estoy
muerto en vida” (Nelson Vargas)

Los por qués se multiplican y encuentran, cuando no el silencio, las mil posibilidades
explicativas, cada una es un intento por capturar lo imposible, el sentido de la muerte,
del acto loco, criminal, performativo, incluso desconocido para quien lo ejecutó. De ser
los asesinos personas conocidas, se maldicen las horas, días, lugares donde se le vio,
tendió la mano, recibió, platicó…con aquel que le robó el aliento al familiar querido. Y si
además, aquel desgarrador crimen no logra alcanzar una pena por el sistema que debe de
impartir justicia, entonces el dolor no tiene lugar, ni tiempo, ni medida; y al dolor por la
pérdida cruenta de un ser querido se le añade el pesar del crimen de injusticia de un sistema
deficiente y corrupto que en vez de proteger, castiga. ¿Quién entonces hará justicia si el
Estado no la garantiza? ¿Dios, la escuela, la iglesia, precisamente cuando ante las miradas
cómplices de estas mismas instituciones el Estado opera?

La impotencia de Marisela Escobedo Ortiz, activista que surge del dolor por la tragedia
del asesinato de su querida hija, Rubí Marisol Frayre, a manos de un criminal, a quien
la justicia mexicana no castigó, sino liberó, se lanzó a realizar actividades de legítima
protesta, exigiendo justicia, finalmente otro acto criminal, la frenaron, siendo ultimada
enfrente del palacio de Gobierno de Chihuahua, la noche del 16 de diciembre, mientras
colocaba una manta que decía: “Justicia: privilegio del gobernador. ¿Y para mi hija
cuando?”…días antes había dicho: “Si me va a venir ese hombre a asesinar, que venga y
me asesine aquí enfrente, para vergüenza del gobierno. Tengo amenazas por parte de él y
su familia….que venga y termine conmigo, que termine conmigo aquí enfrente, a ver si
les da vergüenza”. La muerte de Marisela Escobedo Ortiz fue un acto más de protesta, que
denuncia de manera radical aquello mismo contra lo que, amorosamente por su hija, estaba
luchando: la impunidad de su crimen, quizás la única posibilidad de lidiar con su muerte.

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Thursday, December 16, 2010

"Lo sensible y los afectos"

por

Camilo Ramírez Garza

“El psicoanálisis, en ese sentido, es conservador, pues

le enseña al sujeto actual que también le está permitido sufrir”

Slavoj Zizek

Ante el insistente comentario –lugar común, panacea etiológica de todos los males- de: “Eso se debe a la pérdida de valores” –entre otros. En esto cada quien “jala agua para su molino”, los políticos pedirán más presupuesto, mientras que algunos maestros, culpan a los padres, o éstos a aquellos, etc. Podemos advertir, por un lado, un predominio de lo sensible, inmediato, fugaz, por encima de los afectos. Mientras que lo sensible está, digamos, gobernado por el encanto de los sentidos (sentir placer, confort, rápido y de manera instantánea, entre más rápido, bueno, bonito y barato, mejor) los afectos –siguiendo una aproximación psicoanalítica- tienen que ver más con una posición ante el (propio) deseo: ante eso, justamente, que no podría dejar de hacerse, pues de cancelarlo, se cancela la vida misma, el chiste del chiste, los sueños, anhelos, etc.

El mercado bien sabe relacionar pavlovianamente cualesquier cosa con sus productos (juventud, belleza, felicidad, alegría, poder) No solo por el maquiavélico mercado, sino por algo fundamental a los humanos: la pérdida de la regulación instintiva hizo necesaria la invención de la cultura que nos diera no solo un contexto, sino la realidad misma; partir de tal hueco en “lo natural” todo puede ser asociado con cualquier cosa. “El cuerpo es un regalo del lenguaje” Lacan. El estado “natural” para los humanos es lo artificial. Cosa que saben los psicoanalistas, artistas, comediantes y publicistas. De ahí que veamos desfilar desodorantes que al contacto con la piel hacen aparecer hermosas mujeres, celulares que nos hacen salir del encierro de no tener a nadie, y al instante, estar conectado y tener miles de amigos, líquidos lava trastes que humectan la piel, para la madre que no quiere lucir manos de sirvienta, etc. Su lógica plantea una satisfacción inmediata de lo sensible a la manera de un superyó postmoderno con su mandato dictatorial: ¡Debes gozar! La apuesta del capital, a la que aparentemente nadie renunciaría, consistiría en substraer el esfuerzo, paciencia y dedicación a la manera en que al café se le quita la cafeína (a la cerveza el alcohol, a la comida las calorías, al sexo sin sexo, a la guerra sin muertes, etc.) su elemento “peligroso”, que otrora requiriera, para así dar la ilusión, que al alcance de un click, se puede tener el mundo en la palma de la mano, y si no se tiene con qué, no importa, se puede a 6,12,24, 34 meses sin intereses, goce ahora, pague después.

“Quiero trabajar aquí, porque creo que no se hace mucho trabajo” –me dijo de sopetón una candidata a asistente en mi oficina, sin mediar diplomacia laboral alguna. Sospecho que no se escuchaba, pues alguien que se escuche un poco podría resonarle lo que está diciendo. La lógica: trabajar menos, ganar más. ¡Claro! ¿Y tu nieve? Los afectos responden a eso que se anhela y no puede ser adquirido inmediatamente, incluso si son objetos para comprar, sino por mediación de esfuerzo, trabajar y amor, honestamente para obtener recursos que permitan gozar de lo ganado legítimamente. Lo sensible por su inmediatez prefiere tomar atajos, saltarse la baranda de lo legal; lo sensible va organizando vidas perversas que se conforman con... ¡no importa cuanto tengan siempre será poco! Obvian –por qué no decirlo así- lo más trascendental, aquello logrado con esfuerzo y no en un breve instante. Aquí algunos lectores, así como un poco quien lo escribe, podríamos pensar que dichos discursos son de otro tiempo, anticuados…claro, en otros tiempos los humanos consideraban que a la felicidad en la vida también le era propia una dosis de dolor, sufrimiento y esfuerzo. Mientras que esta existencia diseñada se va produciendo bipolarmente, no solo respecto a los productos que satisfacen deseos y necedades más inmediatas, sed, hambre, sueño, salud, sino respecto a los sujetos….reduciéndolos a simple cifra, medio, porcentaje, ganancia. Subvertir dicho efecto es posible, considerando que la relación con el tiempo y el espacio, donde se despliegan las redes con los otros, van teniendo sus lógicas, sus tiempos, esfuerzos….”hay tiempo para todo”…pero las problemáticas se suscitan cuando cada cual desea vivir sin restricciones, ni límite alguno, entonces no hay bordes; lo border line, limítrofe, bipolar, puede leerse socialmente como un intento desesperado por tener un “freno”, un “limite”, un borde, que organice, conforte y estructure, cuando eso falta, a menudo el cuerpo es la frontera que “hace oír su límite”, mediante sus contingencias: estrés, enfermedad, accidente, muerte…


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De la tristeza y melancolía



Camilo Ramírez Garza

“El psicoanálisis no busca adaptar al sujeto a la realidad, sino más bien,

plantear en primer momento, cómo surge eso llamado realidad”

Slavoj Zizek

A lo largo y ancho de la historia se han descrito diversas experiencias en donde se aprecia la pérdida, gradual o súbita, del interés por las personas, los objetos y/o las actividades cotidianas. No solo no se tienen ganas de algo, sino, puede ser, que ni siquiera se tengan ganas de tener ganas, o no tener ganas de nada, pero al menos querer tener ganas. Se les ha llamado con diversos nombres: “Melancolía”, “Depresión”, “Tristeza en grado extremo”, hasta los modernos inventos biopolíticos de la psiquiatría: “Trastornos del afecto”, “Trastorno depresivo”, “Alexitimia”. Incluso surge un grupo, como los Emos, similar al otrora conformado por “Rebeldes sin causa”, ahora “¿Depresivos sin causa?”

Independientemente de los nombres, o los objetivos por los que se le trate (Intereses económicos de la industria farmacéutica, “enfermedad” mental que choca con los intereses de la producción y el consumo, desbalances neuroquímicos, afecciones del alma, la mente, etc.) algo que insiste interpelando-nos, más allá de los síntomas conductuales con los que se le suele identificar (¿Come mucho/poco?, ¿Duerme mucho/poco?, ¿Ha dejado de hacer cosas que antes le proporcionaban placer?...evaluando los ámbitos de alimentación, sueño, vida sexual, trabajo y actividades sociales; su presencia en el tiempo: días, meses, etc. ) es la expresión singular –¡El sentido!- que dicho padecer presenta para quien lo sufre, planteando no solo un cambio (¿aumento, disminución?) en la “energía”, las ganas, la emoción (del lat. Ex – motion: lo que mueve de afuera) sino un intento por dimensionar algo que se siente se ha perdido (¿Qué se pierde cuando se pierde algo/alguien
?) No es gratuito que Freud tomara como uno de los referentes para su metapsicología, la visión energética, también conocida como “Lo económico”, lo libidinal, planteando que es susceptible de aumento y disminución, sujeta a cambios. Incluso más allá de los membretes que cualquier “psi” le puedan dar, la tristeza y la depresión, de entrada, muestran que no es posible sostener todo el tiempo el “interés”, “deseo”, “gusto”… que tienden -como bien lo sabe el mercado y la física- a la entropía; no solo en la tristeza, sino en la sensación de nada, poco explorada. Hay quien solo siente nada. En esa línea, tendríamos que decir que no existe “La” depresión, como entidad única, sino, tristezas, depresiones en plural, junto a la sensación irrepresentable de la nada: ¿A qué mueve una tristeza? ¿Cómo se vive?

En “Duelo y Melancolía” Freud distingue la reacción ante una perdida, el duelo, de la melancolía, como aquellas experiencias en donde no solo se perdió algo, sino no se sabe qué y cómo, ¡Cuánto! se perdió de sí. Mientras que el mercado bien sabe cuánto pierde por empleados depresivos que no trabajan (enfermedad, estrés, ausentismo, retrasos, etc.) así como cuánto puede ganar con la farmacologización de los afectos (depresión, ansiedad, bipolaridad, etc.) en la melancolía, irrumpe una dificultad por ubicar que se ha perdido y qué se puede hacer para “tener” de nuevo algo de eso que no se sabe ni siquiera a ciencia cierta que fue… ¿No es acaso la misma lógica de las llamadas adicciones: callar la lengua para que aparezca el goce tangible de lo real del cuerpo? ¿Preferir las pastillas a las palabras? De ahí que en los cuadros de “Melancolía” aparezcan instrumentos de medición, pues se trata de dimensionar qué se ha perdido, no solo del otro, sino de sí: ¿Cómo toca una perdida a cada cual? ¿Qué se pierde cuando se pierde? ¿Qué ilusiones rasgan las pérdidas? Como en una relación amorosa, no solo se extraña al otro, sino algo de sí que se tenía y se pierde cuando se siente que el otro se fue: “He perdido algo de mí mismo/a cuando te perdí” –exclamó alguien en alguna ocasión.

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[1] Artículo publicado en el periódico El Porvenir (8/12/10) sección cultural, p. 3

Thursday, November 11, 2010

El amor: un fracaso para jugar

“Mi esposa yo seguimos juntos, porque seguimos hablando,
peleandonos y haciendo el amor”
Sttephen King

El amor no es esta idílica, romántica e ingenua noción de los cuentos de hadas; éstos terminan
antes de fracasar (fra-casar, justo después de casarse), en el éxtasis realizan “coitus interruptus
de la felicidad” “Y vivieron felices para siempre” sino todo lo contrario. Se terminan antes de
que empiece lo bueno, eso que se saben y expresan las evanescentes sonrisas cómplices de las
parejas, sobre todo de las mujeres al ver el amor solo como un cuento “feliz”.

Si acaso el único cuento que muestra algo de las peripecias, laberintos y vericuetos del amor
es “Shrek” llevada al cine por la casa productora, Dream Works. Si, el amor y su fracaso, es
un sueño, también la pesadillas son un sueño, y como planteó Freud, “también una realización
de deseo”. Recordemos que en lengua alemana, la palabra “Schreck”, antecedente metonímico
de Shrek, significa terror, miedo espanto. Y si, todo amor y enamora-miento, produce una
especie de espanto: ¿Qué voy a hacer con esto que siento? ¿Por qué me/te amas/o? ¿Qué es lo
que (imagino) que tengo que hacer para responder/mantener/cuidar/poseer tu amor? Todo amor
produce delirio: ¿Me quiere no me quiere?, así como una situación cercana al secuestro y a la
extorsión que demanda una exclusividad imposible, asfixiante: “¡Si dices que me quieres, deja
de ver a tus amigos/as!” No por nada las artes se han referido al amor como “una enfermedad
y locura incurables” (“El amor es una gran locura y el cura que lo cura, comete una gran
locura”) como un destino marcado por la fatalidad (“Romeo y Julieta”) el amor imposible, la
pareja perfecta!!... perfecta porque no vivieron juntos, les pusieron la “puerta negra con tres
candados!!!- se murieron justo en el éxtasis.

“El amor es un fracaso para jugar” ¿Por qué? Porque hay fallas, dificultades, problemas que
irrumpen y muestran algo: en el amor hay fallas. Cuando me enamoro de alguien se produce
algo parecido a “Dar algo que no se tiene a alguien que no lo es” (Jacques Lacan) Se ama algo
en el otro que es más que sí mismo, es decir que es “Yo”, o algo compartido: amo algo en ti que
incluso puede que tu no lo veas (o “no lo seas”) de ahí que muchas cosas que hagas o digas no
se ajustan a esa idea/imagen/fantasía que supongo de ti (Toda suposición habla de la posición
habla en algo de quien la refiere) frustrándome. ¿¡De quién carajos me enamoré entonces?! –se
reclaman los enamorados, cuando descubren que sus imágenes no coinciden con el modelo, con
la copia. (Eidos/Copia/Simulacro, órdenes platónicos) y entonces a partir de eso se inicia la
procesión de reclamos y lamentos del estilo: “¿¡Por qué no podemos estar como antes?!”
¡Cuando comenzamos a salir todo era…! ¿Cómo se va a poder estar como antes, si antes no se
conocían y no había cercanía, ni trato diario, no se conocían los pestes, los errores, las fallas de
sí mismo y del otro, todo era perfecto, justo porque nadie conocía a nadie, no había el elemento
incómodo de las diferencias (“Diferencias irreconciliables” ¿no es acaso una de las principales
causales de divorcio? ) la cercanía…todo eso que va produciendo una suerte de
desenmascaramiento del objeto: no es (en verdad) como lo que creía. ¿Y qué cosa –díganme- si
es como uno lo pensaba, como lo imaginaba? En esa encrucijada puede que algunas relaciones
se terminen, se enreden un poco más, o se suspendan en una pausa donde nadie se toca (del
cuerpo, palabras, etc.) Que el amor no alcance las ganas para hacer algo con eso traumático y/o

molesto del otro, quizás otras puedan encontrar las formas para jugar el juego del amor y
desamor…jugar con lo estático de las imágenes románticas y con su desencanto tal cual lo
muestran las películas de “Shrek”, en donde justamente las diferencias (anormales, feos,
amorfos, etc.) producen rechazo de los demás y de sí mismo, constituyen eso mismo que hace
lazo y síntoma amoroso, pues aquello que se ama del otro es también aquello que se odia, se
participa del fracaso con horror y fascinación. Lo limitado es pensar que no se participa en cierta
medida de lo que se odia/ama en el otro; de ahí que el poeta diga: “Te odio con la mitad del odio
que guardo para mi” (Sabines)

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Thursday, November 04, 2010

Morir en estos tiempos

por
Camilo Ramírez Garza

¿Acaso puede protegerme la casa de la muerte?
Jaime Sabines

En México, sobre todo en los estados y ciudades al norte, tal parece que a la única certeza en la vida, la muerte, y su angelical ensueño de causas “naturales”, las personas debemos añadirle las de una muerte cruenta, sea a manos del crimen organizado o del fuego cruzado, o confusiones “daño colateral” a manos del ejercito y/o la policía. Incluso hay quien se ha atrevido a comparar tales muertes, con la noción biopolítica de daños quirúrgicos "Desgraciadamente no se puede hacer como en el cuerpo humano una operación, es decir, un cirugía sin tocar los demás miembros, tristemente así ha sido, lamentamos mucho eso..." –declaró el Cardenal de Monterrey, Robles Ortega (El Norte 31/10/10) similar a lo que George W. Bush expresó sobre la invasión en Iraq, como una operación quirúrgica preventiva, a lo cual diversos médicos le cuestionaron la imposibilidad de tal noción.

Definitivamente todos moriremos algún día, de eso no cabe duda, sin embargo la muerte siempre se experimenta lejana, distante; sobre todo cuando “hay motivos para vivir” de lo contrario la muerte impregna todo con su halo de “mortificación”. Como síntoma obsesivo pensante, que distrae, cuando no protege de lo verdaderamente traumático: que realmente pase algo, desear, vivir, arriesgar.

¿Qué sucedería si viviéramos conscientes que un día moriremos? No en sentido trágico como el poeta de “La transitoriedad” que describe Sigmund Freud, sino como posibilidad creativa; saber que en los lugares, tiempos y espacios por donde transitamos, otros serán los que ocupen y disfruten –quizás- de lo que ahora nosotros tenemos, de sus efectos. Ello permitiría quizás tener otras prioridades, vivir más lento, más ligero, saborear la vida: “Nada te llevarás cuando te marches/cuando se acerca el día de tu final/vive feliz ahora mientras puedas, tal vez mañana no tengas tiempo para sentirte despertar….” –canta el poeta y cantante Napoleón.

Mientras que el capitalismo, el estado y la empresa nada quieren saber de las muertes singulares, sus condiciones y sufrimientos, así como de la memoria y la historia, pues ellas son portadoras de lo que se hace y ha hecho, se centra en la “calidad de vida” en lugar de sus cualidades, buscando mercantilizarlas, sacarles provecho económico, así como minimizar su importancia por la estadística: “Una muerte es un hecho lamentable, miles, simple estadística” W. Churchill, la muerte sigue ahí interpelándonos de manera singular. No hay nada más humano y más cercano que eso (¿Por quién tocan las campanas?) al pensar o conocer la muerte de alguien, por mas lejano que sea, es imposible no remitirse a la propia; la muerte del otro, mi especular, es en cierta forma la propia. Pues la única posibilidad de imaginar la propia muerte es haciéndola como si fuera de otro.

Por otro lado, la muerte además de vivirla, se celebra, conmemora, convoca: ¡¿Cuánta gente no se reúne precisamente en los funerales de familiares y amigos?! A platicar, llorar, recordar, contar chistes, reír, sufrir juntos, hasta después, bailar, tomar, hacer el amor…justo hacer por reivindicar aquello expresado por Heidegger sobre los humanos: “Vamos viviendo la muerte, a la vez que muriendo la vida”…de ahí el grito de la picardía mexicana, de apología a la vida: ¡A comer y a chupar que el mundo se va a acabar!”.

camilormz@gmail.com

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*Articulo publicado en el periódico El Porvenir, Cultural, p. 3. 27 octubre de 2010

Tuesday, September 21, 2010

Subvertir el circuito positivo-negativo


por

Camilo Ramírez Garza

“¿Qué hace que la política de la vida termine

por acercarse inexorablemente a su opuesto”

Michel Foucault

Siempre que se aborda lo positivo y lo negativo, me es imposible no remitirme al mundo de las matemáticas - ¿La matematización de las vidas?- en particular a la recta numérica y sus cuadrantes. Así como al genial texto de Nietzsche “Genealogía de la moral” en donde aborda cómo surgen históricamente las nociones de bueno y malo, aparejado –por alguna razón de poder- con las de belleza y riqueza, y de ahí también la de salud/enfermedad para dar cuenta de lo normal/anormal no solo en términos médicos, sino, sociopolíticos y psicológicos.

Dadas las características trágicas de nuestro país, México, estado, Nuevo León y ciudad, Monterrey, como muchas otras ciudades del norte, sur, este y oeste… ¡Pareciera que la tragedia se ha extendido por todo el territorio nacional!- sería para muchos, imposible, no desmoralizarse y dar por sentado que la realidad cada vez va a estar peor, es decir, reconocerse como “pesimista”. Mientras otros –aparentemente opuestos- los positivos, intentarían contrarrestar las malas “vibras” de aquellos. Bueno, tal no pudiera ser, puesto que, estructuralmente, positivos y negativos, son lo mismo: uno se define por el otro, ninguno puede existir aisladamente, al intentar afirmar uno de ellos, más aparece su opuesto, querer erradicar la negatividad o el pesimismo, con argumentos ideales-positivos solo hace “crecer” en más medida la negatividad, puesto que al plantear insistentemente lo positivo, los ideales, más el sujeto toma conciencia de lo lejos que está de cumplir dicho ideal. Algo similar sucede con la culpa: entre más me planteo cumplir mis más altos ideales, erradicar la culpa, sentirme bien, más se afianza y se abre la brecha para sumirse en el desgano, el pesimismo y la apatía. Por ello, paradójicamente, no hay cosa más triste como la alegría positiva, así como no hay nada más alegre que la tristeza. ¿Ejemplos? 1) Las galletas de la mala suerte, equivalente de humor negro de las famosas galletas de la buena suerte, aplicación de la red social del Facebook, donde al abrirla te da un fatal mensaje que paradójicamente, termina por producir mucha alegría; 2) lo mismo que los desmotivadores, cómicos que se burlan de las “bien intencionadas” posturas positivas de la vida, permiten salir de las redes de dicho circuito: positivo-negativo; optimismo-pesimismo; paz-violencia; sentimentalismo-indiferencia, etc. Circuito que encapsula al sujeto en una tristeza sin posibilidades, fuera de las dos “negatividad” “positivismo”. 3) El juego de fútbol, el clásico regio ente rayados y tigres, que se planteaba como pro paz, terminó en trifulca.

Una forma de subvertir dichas redes que imposibilitan el verdadero cambio, pues siempre se tiene la idea que hay que cambiar primero, ser positivo, dejar de ser negativo, para cambiar, mejorar, desarrollarse. Es salir del circuito ideal de paz, positivismo, etc. para asumir una posición des-sentimentalizada, a la manera en la que, por ejemplo, Gandhi y Martín Luther King lo hicieron: afectaron órdenes establecidos denunciando sus poderes, no desde el sentimentalismo o positivismo (sufrimiento de la India o de los negros) sino planteando sus derechos laborales y como ciudadanos, es decir, tomando el contexto en donde se generan los malestares que se padecen socialmente, más allá de a priori “ser” pesimistas o positivos, se salieron de dicha dupla igualmente de infecunda, para otorgar vías de cambio y transformación social, vía movimientos pacíficos, realmente violentos en su efectividad, entendido por violencia: la posibilidad de poner en jaque a todo un país e imperio.


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*Articulo publicado en el periódico El Porvenir (15/09/2010) p.2. Monterrey, Nuevo León, México

Saturday, September 18, 2010

¿Cómo diferenciar los sonidos? 3a parte

"En los primeros días de su matrimonio…surgió en ella un gran pudor sexual que la hacía preocuparse constantemente de que los vecinos pudieran oír alguna palabra o algún ruido a través del tabique, preocupación que acabó transformándose en desconfianza hacia los vecinos"
Sigmund Freud (1896)

“¿Eso que se oye, son cuetes, granadas, un transformador que explotó, o ráfagas de AK-47 o AR-15?” escribí en mi cuenta de Twitter: CamiloRamirez_ bajo el Hastag #chistesbicentenario así como “¡Mamá, mamá! ¿Qué se oye?” Ante evidentes detonaciones de arma de fuego, la madre, queriendo no asustar a su hijo, le dice: “No te apures mijito, es tu padre quien nuevamente comió frijoles con salsa de brócoli” Situaciones que condensan parte de la cotidianidad sonora de los ciudadanos de los estados del norte de México, quienes aterrados buscan abrirse paso para poder lidiar, no solo con el crimen y la inseguridad, sino con sus efectos aplastantes: no poder salir/trabajar/estudiar/divertirse/enamorarse/viajar.. a gusto. Justo ahí entra el humor en general, y el humor negro en particular, para hacer una operación sobre el miedo padecido, pudiendo –al estilo de malabaristas del circo del sol- subvertir el miedo, convirtiéndolo en risas y posibilidades.

En la segunda anécdota la madre contrarresta los efectos del terror, mintiéndole a su hijo al más puro estilo de “La vida es bella” (Italia, 1997) Recordemos brevemente la trama de dicha película: un tierno padre logra ocultarle a su pequeño hijo las atrocidades del holocausto judío a manos de los nazis. Para hacerlo, realiza la operación del chiste: toma ciertos elementos ya presentes en la historia (encierro, barracas, soldados, tanques, muertos) articulando nuevos elementos a partir de ellos, mismos que producen una historia diferente a la primera. El padre hace una intervención amorosa –como la madre del chiste de arriba- puesto que le habla a su hijo, en donde para el hijo se trata de un juego donde todos deben de ganar puntos para ganarse el tanque de los soldados, y para ello deben guardar silencio, trabajar, no molestar a los guardias, aguantarse y no comer. Apareciendo aquello de “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda para contarla” Gabriel García Márquez.

El discurso forma fantasías, referentes no solo para interpretar la realidad, sino para construirla. Otro de los efectos de los medios/miedos en quienes nunca han escuchado una detonación de arma de fuego, pero si las cientos de noticias sobre balaceras y ejecuciones, es cómo el oído queda saturado por un carácter erótico de fatalidad (“¿Cómo diferenciar los sonidos? 1ª y 2ª parte” El Porvenir, 11 y 25 agostohttp://columnacamilo.jimdo.com/ ) “¡es una balacera, vienen por mi!...considerando que es absoluta la persecución y el inminente daño, que hay que proteger la vida y las posesiones a toda costa. Cosas que, justamente, nunca se poseen del todo (vida y cosas) y siempre amenazan con perderse o verse afectadas. Si tememos tanto a la inseguridad y a la muerte, es justo por la importancia que cobran (cobran por la vida) pues no se viven el instante, solo se vive a futuro, por eso se experimenta siempre la muerte incómoda, y no como algo que es parte, no del futuro o del pasado de la vida, sino del presente, del instante. O ¿Acaso el narco inventó la muerte, la inseguridad, las contingencias de la vida?

camilormz@gmail.comhttp://columnacamilo.jimdo.com/ .

*Articulo publicado en El Porvenir, 8 septiembre 2010

Friday, September 03, 2010

¿Cómo diferenciar los sonidos? 2ª parte


La seguridad/inseguridad es paradójica: entre más se busca, más produce su contrario,
inseguridad. Algo similar sucede con la culpa y soluciones “motivacionales”: entre más se
quiere “hacer lo correcto, lo ideal” para no sentir culpa, más se reafirma. Entre más seguro
se quiere estar/permanecer, se es más vulnerable. Como aquella señora a la que se refiere
Freud, cargaba muchos paquetes, y por querer sostenerlos, se le cayó uno, cuando intenta
recogerlo, se le cayeron otros, se inclina nuevamente, queriendo tomarlos y se le escapan
otros…Lo mismo vale a la inversa: reconocer la vulnerabilidad permite resarcir algo de
la seguridad perdida, no quedar “secuestrado por el miedo” de manera absoluta, seguir
adelante. El miedo es imaginario: se teme más a lo que pudo/puede suceder que lo que
finalmente aconteció/acontece.

Una consecuencia práctica derivada de dichas experiencias, como lo muestra el saber
psicoanalítico: la mejor forma de protegerse es ocultarse a la vista, al estilo de “La carta
robada” Edgar Allan Poe. La misma estrategia del humor y el chiste, permiten decir lo
indecible: la verdad. Como experiencias en donde, “haciéndose los muertos” libraron una
ejecución; decir “Número equivocado o “You nou hablou españoul” al contestar el teléfono
y recibir la perorata de alguien que buscaba extorsionarlos. Son respuestas que se ocurren
al instante, no se pueden calcular ni planear, tampoco se pueden ofrecer como “tips” de
seguridad, “Usted debe de hacer esto o esto otro” pues son como la culpa: nadie puede
realizarlas, acercarse al ideal y dejan más desprotegidos (“Chin.. no pude, si le hubiera
dicho…”) Después de una conferencia de seguridad, alguien decía: “Ahora si ya tengo
mucho miedo, no sabía que todo eso se tenía que hacer para estar seguro”. Pues los avances
tecnológicos al mismo tiempo que nos permiten cierta independencia de la “naturaleza”,
condicionan más. No basta instalar cámaras de vigilancia (circuitos cerrados) que además
nunca tienen buena resolución, una vez que están en funcionamiento, se debe contratar a
alguien que se dedique a verlos. O aquella puerta repleta de cerrojos, candados y mirillas
panorámicas; pasadores, llaves de seguridad…dispositivos todos ellos que intentan impedir
el paso de alguien, de una amenaza…” ¿Acaso puede protegerme la casa de la muerte?”
(Jaime Sabines) ¿De qué protegerse? ¿De quién? ¿Quién amenaza y asecha, los de afuera
o los de adentro? Si se creé seguro es porque se opera con la ilusión “adentro” y “afuera”
La película “Cuando un extraño llama” (When a Stranger Calls, EUA; 2006) muestra
la superficie continua entre adentro y afuera, su topología (ver. Banda de Moebius) las
verdaderas amenazas están “adentro” entendido adentro, psicoanalíticamente, como
aquello ubicado en la exterioridad, en la superficie: el discurso de terror de los medios/
miedos, del Estado, referente discursivo (guión) necesario del obrar del crimen organizado.
Uno de los malestares que se presentan en Monterrey, NL, como en muchas ciudades de
México, es respecto a lo que se oye, no solo de día, sino sobre todo en las noches. (Ver.
Ramírez-Garza, C. ¿Cómo diferenciar los sonidos? 1ª parte. El Porvenir 25/08/10) El terror
es que todo sonido de estruendo (cuetes, juegos pirotécnicos, explosión de transformador,
de coche…incluso las mismas balaceras y granadas) ha quedado investido eróticamente por

la fatalidad (¡Vienen por nosotros, nos van a matar, a secuestrar…ha llegado el fin!) Así
como el amor entra por los oídos, el miedo hace lo propio desbordando los cuerpos. Por
ello las sensaciones seguridad/ inseguridad podrían también leerse como una irrupción de
un rasgo de erotomanía, de "ansia/terror/fascinación por la destrucción, el caos y la muerte;
una forma de vivir la vida erótica en tiempos de guerra y muerte. (Continuará en 3ª parte)

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Wednesday, August 18, 2010

¿Cómo diferenciar los sonidos? 1ª parte


poe
Camilo Ramírez Garza

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Hace tiempo me encontraba en un crucero. Cerca de ahí realizaban trabajos de recarpeteo. El semáforo cambió y el tráfico avanzó un poco lento, pues había un choque. Luego, ya en la tarde, viendo las noticias ¡Me entero que estuve a pocos metros de una persecución y ejecución! Solo entonces advertí que los sonidos no provenían de martillos, sino de ametralladoras. Fue justo ahí donde el miedo irrumpió: “Y que tal si me hubieran…”. Un buen amigo platicó que, cenando con su familia en un restaurante, escuchó un fuerte estruendo. Solo él y quien le tomaba la orden, parecían saber que se trataba de una granada. El resto de los comensales, continuaron como si nada. El domingo pasado, en Monterrey, NL., se realizó en evento con juegos pirotécnicos, se tronaron muchos cuetes. En las diversas redes sociales muchos se preguntaban, con preocupación, de qué se trataba. Cabe señalar que un día antes alguien lanzó una grana a instalaciones de Televisa Monterrey. Otra persona comentó que escuchaba a un vecino golpeando con el martillo, y al principio creyó se trataba de disparos. Al día siguiente alguien decía: “No es para menos, ya estamos todos escamados, que cualquier cosa puede pasar por una granada o balacera. Ahora cualquier ruido pasa por una granada o una balacera. ¿Cómo dichos sonidos (explosiones de transformadores, taladros, alguien clavando algo con un martillo, etc.) son “capturados” por uno solo: la ráfaga de metralla, la granada?

Los humanos no solo captamos la energía física (vista-luz, oído-sonido, gusto, olfato-químicos, tacto-temperatura, presión, movimiento) sino buscamos interpretarla, darle sentido; hemos perdido la regulación instintiva, esa que indicaba biológicamente ante que se está y que hay que hacer. Al perder dicho orden natural, creamos el artificio del lenguaje y todo lo que nos oriente o desoriente (cultura: religión, derecho, artes, ciencia, información –medios/miedos) nos constituimos los humanos como seres hablantes, artificiales, dependientes y afectados por las palabras y las imágenes que intenten completar el cuerpo, la sexualidad, la vida, la felicidad, el futuro, etc. En ese sentido, lo real –ese elemento imposible de simbolizar, el caos del cuerpo humano, de la contingencia, de lo que no se sabe- se intenta delinear mediante lo que se pueda imaginar y pensar sobre lo que sucedió, sucede y sucederá (“Dicen que lo que realmente sucedió fue…”) El terror que experimenta mucha gente en México, especialmente en los estados del norte, como Nuevo León, Tamaulipas, Chihuahua, Coahuila, Sonora, etc. Surge cuando peligra la vida, la integridad y la seguridad. Con lo cual podemos decir que asistimos a la paranoización de la vida: todo ruido hace signo de certeza (“Vendrán por mi, me matarán, estamos todos en riesgo”) Cuando Freud inventó el psicoanálisis a principios del s. XX, entonces la neurosis organizaba la vida de las ciudades y familias (la declinación de la función cabeza del padre, del orden social, etc.) ahora ante la pérdida de lo mas elemental, la seguridad, todos deliramos en un intento por dar sentido, orden y protección. Justo en un punto donde las labores del Estado son ineficaces, por no decir nulas, para cumplir una de sus funciones elementales: garantizar la seguridad de sus ciudadanos. Por el contrario quien ve oficiales (tránsito, policía, cuerpos especiales, ejercito, marina…) se siente más en peligro.

Una forma de desafectarse de quedar tomado por el terror, es precisamente advertir los efectos en el cuerpo de los discursos del terror (medios/miedos, autoridades, etc.) que matizan la forma de escuchar y vivir día a día; pues el miedo siempre es mayor de lo que pueda suceder que lo que realmente sucede. Cuando algo sucede, entonces se puede calcular y preparar algo, una respuesta, encontrar una salida. Cuando nada ha sucedido, entonces el temor es solo imaginar toda la gama de posibilidades.

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Tuesday, July 13, 2010

Lo que eclipsa es el deseo femenino

por

Camilo Ramírez Garza

psicoanalista

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En la película, recientemente estrenada, “Eclipse” (EUA, 2010) asistimos a la presentación de algo fundamental, que organiza, las fantasías entorno a la mujer y el amor. Por un lado se nombra un Eclipse: ¿Quién eclipsa a quien? ¿Jacob a Edward? ¿Edward a Jacob? Nada de eso, lo que realmente eclipsa – y a ambos- es el deseo de la mujer: lo que Bella quiere, incluso más allá de ella misma.

Y ¿Qué es lo que quiere (B)ella? …

Todos intentan responder la pregunta: Charlie, su padre –que ni siquiera es nombrado como tal- quiere que (B)ella no esté con Edward, sino con Jacob, solo hasta que se entera de los convencionalismos sexuales del primero; que su hija sigue siendo virgen, pues su “pálido” enamorado, quiere esperar a estar casados para tener relaciones sexuales. Jacob y Edward, creen “responder” a la pregunta diciéndole a (B)ella algo aparentemente similar, con sus respectivas diferencias: “A quien tu quieres es a mi”.

Sin embargo, Edward, más que Jacob, está advertido que debe “dar lugar” a lo que (B)ella quiere, independientemente de su deseo “egoísta” de vampiro (reducir al otro a sola sangre a tomar. En ese sentido, el amor tiene siempre algo de vampiresco) haciéndose a un lado, permitiendo que (B)ella realice algo que quiere, ame…o el colmo de los colmos, que se caliente del frío con Jacob; pues hay algo que ella ama más allá de Edward mismo. De ahí que una posición que él toma ante (B)ella sea la de no forzar. Incuso se lo dice a Jacob, que entendió que si quiere que (B)ella esté con él, tiene que dejar que ella decida. Cosa que advierte muy bien también Jacob, pus intenta jugar esa misma carta, diciéndole que Edward solo quiere controlarla, que lo que a (B)ella le conviene es él. ¡Como si él no quisiera lo mismo! Pero (B)ella, como Alicia en el país de las maravillas, aprende su lección, advirtiendo que no tiene que mimetizarse con ningún fulano (lobo o vampiro): ser lo que ello suponen que ella quiere, sino jugar dicho juego, pero al mismo tiempo realizar lo que desea. Puesto que ella deja en claro que no desea ser vampira por Edward sino por algo más allá de él. Cosa que experimenta cualquier enamorado/a cuando descubre que aquello por lo cual su pareja lo/a ama, siempre es algo que una vez nombrado, queda reducido, cuando no trascendido del sujeto (¡Eso que amas en mí, me rebaza! ¡¿Tengo que cumplir con eso que ves en mí y que hizo enamorarte de mí?! La dimensión del atrapa miento del amor)

Edward también tuvo su tiempo de “Jacob” pero lo superó. No por nada, Jacob, como todo buen aprendiz amoroso, mientras (B)ella duerme, consulta a Edward: ¿cómo le hizo para renunciar a (B)ella e irse? Pues ahora él anda en las mismas: sabe que le aguarda lo inevitable: que (B)ella elegirá a Edward Desde la óptica de Jacob, lógica masculina: me rechazó a mi (por pobre, menso, menos, tonto, etc.) y lo eligió a él (inmortal, frío, educado, etc.) sin embargo, también capta lo que (B)ella siente estando con Edward.

(B)ella no elige convertirse en vampiro solo por Edward, -“la mosca muerta” resulta que no estaba tan muerta- Por lo que Edward bien podría decirle a Jacob: “Tú crees que estamos muy bien, que soy feliz con ella, pero mira, me acaba de decir que ni siquiera se va a convertir en vampiro solo por mí, así que también yo he de compartir su amor con algo más: algo que está más allá de mi: ser vampira, -lo que eso implique para (B)ella.

No obstante, Edward, por sus poderes, conoce esos elementos, en pensamiento, que ni Bella se puede aceptar para sí, eso que Jacob sabe por la vía del cuerpo: que Bella también lo ama. Por eso ni se enoja cuando (B)ella besa a Jacob, pues sabe que tiene que dejarla, no eclipsarla.

Podríamos decir psicoanalíticamente que Edward tiene acceso/conocimiento al Inconsciente de (B)ella. Pudo, al menos con una, logar responder a la pregunta de Freud de ¿Qué quiere una mujer?.. Ya veremos hacia donde lo lleva eso en otras partes. Mientras que Jacob, prescindiendo del lenguaje tal cual en palabras y pensamiento, siente (detecta) lo que ella siente cuando él la ronda y le tira, no los perros, sino los lobos.

Dejando de lado la fantasía masculina sobre la mujer (Lo que Charlie, Jacob, Edward plantean a (B)ella) solo, quizás, la irrefrenable hambre, el ansia devoradora del vampiro, su estática presencia en el tiempo y espacio, que surca la eternidad, está más cercana de lo que (B)ella quiere: “Nunca me he sentido parte de, en cambio con ustedes siento que pertenezco a algo” –palabras más palabras menos, le dice Bella a Edward, en esta tercera parte, sobre el por qué de su conversión, sobre el por qué desea ser vampiro. Ni siquiera es chupar sangre, pues lo vive como algo por lo que tendrá que atravesar (estar hambrienta recién convertida) A lo que Edward responde, medio desconsolado: “No es por mí. Creí que era por mí” (que quiere ser vampira) Respuesta típica de aquel que creía que “era el objeto total del deseo de alguien” y no solo algo, como cuando alguien dice: “Me quieres solo porque te hago…” (un instrumento, objeto parcial, etc) que lo rebasa incluso a sí mismo, reduciéndolo. Dicha fórmula también vale para Jacob, tampoco es por él que quiere ser o dejar de ser humana para convertirse en loba o vampira. Pues está claro que (B)ella no quiere, evidentemente, ser parte de la manada “pack” de lobos; ser uno con la selva, fundirse con todo, como sería la temática AVATAR.

Por lo tanto, no es la fantasía masculina sobre la feminidad, lo que el hombre fantasea (supone) que la mujer fantasea y desea[1]: un hombre completo, compuesto de un animal, bestial, con aroma y porte de hombre, sin camisa, caliente, dispuesto a “guardar silencio” y dejarse acariciar (Jacob en su reducción a lobo, simple energía sexual, fuerza bruta al mismo tiempo infantilmente tierno, un cachorrito a quien acariciar; un perrito gigantesco para llevar del brazo, al más puro estilo de Paris Hilton, socialité hollywoodense) con su contraparte el caballero, gentil vampiresco, lleno de historias y mundos (Edward, chapado a la antigua, sigue todos los protocolos, “da el anillo antes de que le den el anillo”, frío, educado...) Sino lo que irrefrenablemente (B)ella desea: ser parte del clan de vampiros, poseer en sí eso que le rebasa y localiza en los vampiros. Podríamos anticipar, con cierta seguridad, que cuando (B)ella logre poseer eso que le dará el ser vampira, Edward ya no importará tanto. Pues (B)ella ama algo más allá de lo que Edward es -¿Acaso se podría de otra manera amar? Eso parece tenerlo claro Edward, haciéndose a un lado, permitiendo no ser todo para ella, lo cual sería muy ingenuo: esperar ser todo para alguien, no conformarse con solo ser algo, lo suficiente, para formar parte importante en su vida, en su historia.

Y a la pregunta ¿Y por qué no se quedó con Jacob?...se respondería con la misma fórmula simple: porque (B)ella no quería ser loba, sino vampira.

13 julio 2010

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[1] Como el conocido chiste: ¿Cuántos animales necesita una mujer? Un tigre en la cama, un jaguar en la cochera, un burro que cargue las cosas, y un buey que pague todo. Esa pareciera ser más bien la fantasía masculina de la feminidad, eso que incluso las mujeres “compran” como aquello que desean en un hombre. Ver película remake: “Al diablo con el diablo” (Bedazzled, EUA; 2000) donde el personaje central igualmente se plantea el cómo y qué quiere una mujer, siempre partiendo de lo que él imagina que desea una mujer: la mujer capturada desde la fantasía del hombre.

Wednesday, June 23, 2010

SOBRE EL AMOR

por

Camilo Ramírez Garza

“Conciencia que se desdobla: soy una imagen entre mis imágenes

y cada una de ellas, al mostrar su realidad, confirman la mía…

Octavio Paz

(1a parte)

“¡Ojalá me encontrara la mujer/el hombre perfecta/o”….¿Existe la mujer/hombre perfecta/o?- se pregunta alguien. Pero, la siguiente pregunta –y una más ácida- sería, Y de existir la mujer/hombre perfecto, de encontrarla/o, ¿querría andar conmigo?

La “perfección” es un ideal, una bella ilusión que organiza la ficción del amor por algunos momentos. Desde aquella mirada tierna de una madre, para quien sus hijos siempre son los más hermosos e inteligentes, a pesar de que para otros, poco les falte para arrancar el pedazo, unos adefesios. Siempre que se detiene a un sicario, la gente dice: “¿Y lo viste, la facha de pelafustán que tiene? ¿Cómo será la mirada de su madre? La de los enamorados, quienes “con ojos de amor” se contemplan uno al otro, y en cuya mirada, poco hay lugar para los defectos, sino para los más hermosos adjetivos jamás pensados. Pues “La mirada no se sitúa simplemente a nivel de los ojos. Los ojos pueden no aparecer, estar enmascarados. La mirada no es forzosamente la cara de nuestro semejante, sino también la ventana tras la cual suponemos que nos están acechando. Es una x, el objeto ante el cual el sujeto deviene objeto (Jacques Lacan) Solo hasta que la ilusión y suposiciones, se ven contrastadas en el día a día, o incuso ahí menos, pues siempre habrá posibilidades de “hacerse de la vista gorda” entre las redes de Cupido y sus flechas.

Cuando le preguntaban a Freud sobre el amor, sabiamente – ¿O por miedo e ignorancia?, o un poco de las dos. Ya que asumir la ignorancia es precondición del sabio: “Yo solo sé que no sé nada”(Sócrates) – decía: pregúntenle a los poetas, a los músicos, a los artistas, pues son ellos quienes nos han hablando sobre el amor; con sus expresiones nos hacen accesible el objeto del amor: sus paradojas, vericuetos, sus consecuencias.

Actualmente, y desde hace décadas, se espera, se busca, se anhela, vivir el amor, conocer el amor, pero bajo ciertas características, que podríamos nombrar, del inter-mercado: quiero vivir el amor, gozar de los beneficios de tener una pareja, pero sin sufrir, ni mucho menos padecer día a día las consecuencia de estar enamorado/a, es decir: esperar, ilusionase, frustrarse, tener discusiones, peleas, encuentros, desencuentros, rupturas, desencantos, búsqueda, sin sentido, soluciones, salidas, etc. pero sin sufrir. Se busca el amor, pero sin su elemento problemático, traumático, el sufrimiento. Se opera igual que el mercado, pretendiendo llenar la brecha, el desfase entre lo ideal y lo encontrado, como la lógica “quiero más por mi dinero” en donde no se desea tomar riesgos (“Si la/o quiero, pero no quiero sufrir, ni estar esperanzado/a, por algo que quizás no llegue” “No estoy dispuesto/a a salir lastimado/a…) cuando más bien el amor, responde a “El que quiera azul celeste, que el cueste”. El amor, más allá o más acá, de sus bellas imágenes donde no hay conflicto, ni roses (“Toda rosa tiene espinas”) ni malos entendidos, plantea una dimensión traumática, la misma que le da “sabor” a todo el asunto: ¿quién soy para ti? es decir, ¿qué debo de hacer ante tu amor? ¿Quién eres tú para mí? ¿Qué es eso, más allá que yo mismo/a, que ves en mi? ¿Cómo y a qué me compromete eso, el amor que me tienes?...Por ello el amor es una ficción de anudamiento, donde algo más allá de sí mismo/a es visto, capturado, por el otro, y que supone que se amada/o posee. Mientras este o esta, padece de los embates de ser para el otro algo amorosamente perfecto-imperfecto-perfecto…”No eres tu, soy yo”, claro, en el amor, siempre hay algo en el yo del enamorado, que trasciende a sí, y justo lo cree localizar en el otro a quien ama. “El amor es dar lo que no se tiene, a alguien que no lo es” (Lacan)…y muchas veces a quien no lo quiere, ni lo espera, pero que a partir de ese encuentro algo se suscita, una herida, una falla… “¿Qué quieres de mi señor?” – exclama San Pablo, al ser derribado del caballo…como lo que experimentan los enamorados, ante el amor –lo que les demanda, y creen que les demanda- el otro: ¿Quieres ser mi…?

camilormz@gmail.com


(2a parte)

Lo que el sujeto me dice está siempre en una relación fundamental

con un engaño posible, donde me envía o recibo el mensaje de forma invertida”

Lacan

Anteriormente comentábamos sobre diversos aspectos de las relaciones amorosas (“Sobre el amor” El Porvenir 16.06.10) Y como del amor no se puede dejar de ahondar, en tanto seres hablantes, algo se nos escapa, rebaza y trasciende; se olvida, se oculta, precisamente para mostrarse: eso desconocido de sí, localizado en los demás, seguimos… En su seminario 3 (El seminario tres: las psicosis, Buenos Aires: Paidós) Jacques Lacan plantea, entre muchas otras cosas, que “Todo conocimiento humano tiene su fuente en la dialéctica de los celos, que es una manifestación primordial de la comunicación”

Toda relación es una relación con el otro -hablar es hablar a otros- a través de nociones supuestas sobre sí, sobre los demás (El amor de mi vida, lo peor, un engaño, una farsa, un fraude…”eres lo que esperaba, peto te haz convertido en…”) La pareja amorosa experimenta haber localizado en el otro, algo (“Ese no se que, que, que se yo”) que justamente lo trasciende: el amor. “El amor es un dar lo que no se tiene a alguien que no lo es (Lacan) No se ama a cualquiera, se ama, justo a quien se supone responda -de cualquier manera- a deseos e interrogantes sobre quién se es, qué se quiere. Después de todo, la frase tan trillada de la comedia romántica “Jerry Maguire” (EUA; 1996) “Tu me completas”, no está tan equivocada.

Si quisiera mantenerlos en “Disneyland” en vez de pasear por los laberintos “Underground” del amor, debería terminar justo aquí, el equivalente de “Y vivieron felices para siempre”. Quien quiera permanecer así, solo deje de leer.

En lugar de las nociones asépticas de relaciones de pareja, incompatibilidad de caracteres, violencia intrafamiliar, diferencias irreconciliables, etc. En psicoanálisis se habla de "Amor", "Amante", "Deseo", "Goce", "Falta", "Carencia"...Abre interrogantes, más que cerrar y "dar respuestas" estilo receta...¿Cuál es el objeto amadodiado que anuda cada síntomamoroso? ¡Valga la redundancia! El amor es una ficción que hace cuerpo, transita por cada uno de sus agujeros (ojo, boca, oído, ano, pene, pecho, poros de la piel) Cada amante posee ciertos referentes que posibilitan amar al otro amarlo/la: sigues teniendo “Eso” que me enloquece, “El amor es una locura y el cura que lo cura, comete una gran locura”, “Te amo, porque sigo encontrándome en tus palabras” Amarla/Amarlo rima con amarrarla, amarrarlo, armar algo: el amor es una ficción de nudos: anudamientos, desnudamientos, atar, desatar, de vuelo: ¡Andas desatado! ¡Anda volando bajo! A-mor-didas, la oralidad del amor, el amor es para probarse. Ver historias de vampiros, donde el amor, goza de su faceta canivalesca: ¡Comerse a besos! ¡Te cojo a mordidas! También con los ojos se comen: “De la vista nace el amor” “Tiene buen lejos…”, “Cuerpo de deseo, cara de arrepentimiento”. Los conflictos surgen cuando sucede el error, la falla, lo inesperado, la frustración, producto de la disparidad entre lo que se suponía y lo que se experimenta; la forma en la que el otro rasga esa ilusión. ”¿Te preocupa mi felicidad, verdad? –le pregunta su novio a Grace “¡Claro mi amor, siempre y cuando no choque con la mía!” (Will and Grace, EUA, NBC, 1998-206) El amor también es demanda: ¿Qué quieres de mí? ¿Ya, dime de una buena vez que es lo que quieres? Uno de los malestares amorosos es, por un lado, querer relaciones sin fallas, errores, ni dificultades (“Cuando uno quiere evitar un problema, surgirán mil más”) “Ya casi no nos peleamos, estamos muy bien” Tenga por seguro que esa relación se terminará en 5,4,3,2… A la manera de la apuesta del mercado, recibir exactamente lo que se desea, en vez de abrirse a la experiencia de lo que las fallas, errores y discusiones, nos muestran: hacer algo a partir de las dificultades, más que verlas como aspectos a erradicar, es darles lugar, pues de ahí surge lo nuevo, las experiencias, la vida vivida, y no la vida-pensada-sufrida.

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Tuesday, June 22, 2010

Psicopatología del aula

por

Camilo Ramírez Garza,

psicoanalista

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“…en su admirable biografía, Doris Lessing señala

que los niños siempre acosaron y, agrega, acosarán siempre.

Por lo tanto, la pregunta que siempre se impone no es:

pero, “¿Qué tienen, pues, nuestros hijos?”, sino “¿Cómo explicar que los

adultos y los profesores de hoy ya no sean capaces de hacerles frente”[1]

Paul Verhaeghe

“Cada vez que la psiquiatría avanza un poco, profundiza,

pierde de inmediato el terreno conquistado,

por el modo mismo de conceptualizar lo que era inmediatamente

sensible en las observaciones”[2]

Jacques Lacan, 19551

“Las medidas, pues –continuó él-, eran buenas en su clase y bien ejecutadas;

Su defecto estaba en ser inaplicables al caso y al hombre. Un cierto conjunto

de recursos altamente ingeniosos son para el prefecto una especie de lecho de

Procusto, a los que adapta forzadamente sus designios. Así es que perpetuamente

Yerra por ser demasiado profundo, o demasiado superficial, en los asuntos que le confían, y muchos niños de escuela son mejores razonadores que él”

Edgar Allan Poe, La carta robada

Todo aquel que se dedique a la docencia, sabe, que no es para nada una actividad sencilla. Entre los alumnos, los directivos y los padres de familia, los docentes atraviesan un sinfín de problemáticas.

Enseñar, se decía hasta hace unos años, responde a una vocación, según su etimología, a un llamado. El llamado a ocupar el lugar y funciones del maestro, enseñar: dotar de conocimiento y formación para hacerle frente a la vida pública y laboral, siendo ejemplo, guía y modelo, eje fundamental del segundo grupo social amplio, después de la familia, en donde nos insertamos en este mundo. Dicha visión romántica, de las funciones del docente, soporte y guía de vida, ha sido reducida debido a las lógicas de la industria llevadas al campo de la educación, convirtiendo a los docentes en simples administradores y coordinadores de las labores en el aula. Por ello no es extraño encontrar en puestos administrativos a profesionales del ámbito de la ingeniería, concibiendo en paralelismo (¿Para lelos?) la docencia y los procesos industriales. “Los maestros ya no son más quienes contienen la angustia y dan forma a la educación, acompañando, siendo ejemplo para los alumnos, pues ellos mismos –los docentes- están insertos en una seriación operacionalización que los homologa y aplasta en su creatividad deseante; la misma que antes los singularizaba.

En vez de eso, ahora se les demandan labores administrativas, más del lado de la vigilancia y registros cuantificadores, que de la docencia; por lo que ahora sus funciones también comprenden un vasto llenado de requisitos: listas de asistencia diarias, semanales, mensuales, semestrales; listas de alumnos con dificultades y estrategias a seguir ante cada una; cartas descriptivas, instrumentos de evaluación, el estricto cumplimiento y apego a los programas en los tiempos determinados; listas de cotejo de cada una de las actividades, así como cada instrumento de evaluación a evaluar el cumplimiento de los objetivos durante cada clase; clases estandarizadas, presenciales o en línea, etc. La evidencia medible y cuantificable, el “santo y seña” de lo que se hace en el aula.[3]

Cuando se busca estandarizar u homologar criterios, lo que se produce es un solo y único marco referencial desde el cual se interpretará lo que suceda en el salón de clases. “Cuando contemplamos una imagen obtenida a través de un medio fotográfico/electrónico, nada parece interponerse entre nosotros y la realidad; nada hay que pueda obstaculizar o distraer nuestra vista. “Ver es creer, lo que significa que “lo creeré cuando lo vea”, pero también que “lo que vea será lo que creeré”[4]

Pretendiendo poseer a priori las coordenadas y sus interpretaciones se cierra el asunto sobre el sentido de lo que sucede, dar explicaciones, interpretaciones no abre preguntas, sino cierra cuestiones y moviliza pre-juicios. Algo que hemos definido como La psicologización y psiquiatrización del ámbito escolar, “La codificación psicológica y psiquiátrica del ámbito educativo, como “nuevas” coordenadas del tejido (clasificatorio) simbólico e imaginario con el cual situarse y abordar el ámbito escolar, por no decir la total existencia humana”[5]

Al estilo de ¿Qué debo de ver? ¿Cómo pensar esos casos? Y ¿Qué hacer? En donde la “búsqueda” de determinada evidencia funciona como delimitadora de lo que se “verá”. Algo que Michel Foucault trabajó a lo largo y ancho de su obra, respecto al surgimiento del sujeto sospechoso, cuando se produce un desplazamiento de lo que se hace o ha hecho, a juzgar el alma/mente de quien lo ha realizado: “…al inscribir solemnemente las infracciones en el campo de los objetos susceptibles de un conocimiento científico, proporcionar a los mecanismo de castigo legal un asidero justificable no ya simplemente sobre las infracciones, sino sobre los individuos; no ya sobre lo que han hecho, sino sobre lo que son, serán y pueden ser…se han puesto, pues a juzgar otra cosa distinta a los delitos: el “alma” de los delincuentes”[6] ciudadanos, alumnos, etc. etc. pues la biopolítica alcanza a todos, pues el trato a los criminales marca el horizonte de cómo serán tratados el resto de los ciudadanos.

Leamos los casos: los casos se leen haciéndose preguntas, siguiendo pistas, abriendo interrogantes.

Una maestra dice de una alumna de primero de primaria lo siguiente: “Esta niña –su alumna- tiene problemas psicológicos, pues cuando estamos en clases ella comienza a balancearse. Pone sus manos entre las piernas y se comienza a estimular y ya no hace nada”

La maestra dice que se le figura que quizás hay que hablar con los padres, pues dichas conductas pueden ser reflejo de problemas en la casa, incluso de abuso sexual. Esta última idea le asalta a la maestra, pues en una ocasión la niña se orinó en clases y como usualmente –me dice- los niños que fueron abusados sexualmente presentan enuresis secundaria diurna, es decir, comienzan a orinarse durante el día cuando ya han logrado control de esfínteres, pues ese podría ser una señal. Veamos como una acción, puede tomarse como signo o como algo que no sabemos por qué está ahí, y hasta conocer otros elementos, esa acción cobra otro sentido. Por ejemplo, en este caso, la niña le dijo que no fue al baño, pues estaba jugando en el recreo y había mucha fila, por lo que decidió jugar y jugar y luego ir al baño a pasarse el resto del recreo haciendo fila para entrar al baño.

Le comento a la maestra que, como docente, si un alumno o alumna, en vez de escuchar mi clase, decide “balancearse” de la misma manera que su alumna, consideraría de entrada que algo pasa con mi clase, algo no anda bien, pues si en lugar de estar en la clase, alguien decide “hacerse rico” entonces la más elemental es que así a de estar la clase de aburrida, ¡Que no es interesante!

Todo el que convive con niños de manera cercana, le ha sucedido ver que los niños se estimulan, sea con su rodilla mientras se balancean, con el brazo, esquina de la mesa, sillón, etc. De la misma manera que la pobre y afanada madre, descansa del trajín diario, de lavar y lavar, se recarga ante la temblorosa y “amorosa” lavadora, que dicho sea de paso, es una forma de “sentir algo” durante las labores del hogar, que la dejan muy cansada.

¿Ante esos casos que hay que hacer? Nada, si le incomoda a ud, quítelo/a, distráigalo/a con otra cosa, pero una cosa si tenga en cuenta, su hijo/a alumno/a ha descubierto algo que nunca le abandonará: el placer de la sexualidad auto erótica. La cuestión será en cómo se pasará del erotismo del cuerpo, al enlace con las palabras y juegos de conocimiento que se dan en la escuela, de ahí al juego al trabajo, etc. Pues si el erotismo, el placer, no tienen lugar en la escuela, ¿Cómo se hará para que a alguien le guste ir a la escuela? No es casualidad encontrar el amor en la escuela. Y no me refiero al abuso sexual de parte de un maestro/a, que podríamos considerar como manifestación de un amo primordial que no es guía como docente, sino toma control sexual del otro, sino de dar lugar al placer, a formas de relacionarse con el cuerpo de otra manera. En este caso específico: ni regañar, ni perseguir porque la alumna se balancea estimulándose con las manos entre las piernas que aprieta; sino seguir adelante con otras labores… en vez de “hacer el problema más grande” llamar a los padres, llevarla al psicólogo porque eso no está bien….

La maestra insiste, a pesar de que la niña no se presenta ningún problema, en que posiblemente su alumna fue abusada sexualmente por alguien (Más bien es muy abusada sexualmente, y a esa temprana edad!) y según la teoría, seguramente por alguien cercano, entonces hay que citar a sus padres, pero, estar advertidos que lo van a negar, entonces la negación misma se vuelve en sospechosa. La sugerencia ya es la trampa, como cuando una “bien intencionada” amiga le dice a la otra: “oye, y que tal si cuando tu novio te dice que va a x, lo que en realidad sucede es que va a…” la enunciación de la trampa ya hace aparecer la disparidad, el tono, en que se recibe la palabra, dimensión siempre presente.

Notemos como a partir de un rasgo (el balancearse estimulándose y el haberse orinado) se constituye el sujeto: “abusado sexualmente” pues a posteriori, según dicen las estadísticas, un síntoma de abuso sexual, puede ser ese, pero igualmente otros, el que sea. Pues los rasgos no forman sujetos. Al ver a detalle los rasgos nos podemos encontrar con que dichos síntomas pueden estar presentes en un sinfín de situaciones. Como aquel en donde a un alumno de preparatoria lo mandaron con el psicólogo escolar, pues se sentaba siempre atrás, vestía de negro y llevaba lentes obscuros, lo cual “llamaba la atención” de la maestra: “no vaya a ser otra cosa, un peligro” ¿Cómo un color y una ubicación pueden decir tanto de alguien? ¿Acaso los que se visten de colores claros (rosa, celeste, blanco) y se sientan adelante son “buenos”? Matematización moral de los colores: negro= negativo, malo, del demonio, etc, Blanco= positivo, bueno, paz… En lugar de haber notado eso: “Me llama la atención” y decirle, “oye que chidos lentes traes, que bonitos ojos tienes” etc. o algo por el estilo.

Después la maestra me platica sobre lo que ella hizo: nada: observó, detectó y canalizó. A menudo lo que el sistema escolar le sugiere al maestro, un tanto para no meterse en problemas” ante lo que sucede en el aula y la escuela, con lo cual se pierde la dimensión de lazo de aquello que sucede (dónde, ante quién, cómo, etc.) se descontextualizan los actos: se le quita lo humano a lo que sucede. Lo que habría que advertir es lo que “Decimos haciendo, y lo que hacemos diciendo”

Entonces la dejó hacer lo que estaba haciendo, no le dijo nada, pues quería primero consultarlo con alguien, pues no vaya a ser que se produjera un “trauma” mayor. Algo como la cómica referencia de no despertar a quien va caminando dormido, sonámbulo, pues no vaya a ser que se traume.

Algo que podría calcular –de cierta manera- cambiarle la jugada, pues efectivamente uno no va a la escuela a masturbarse, aunque ello puede tener quizás otras lecturas: la escuela es una masturbación mental a base de repetir y repetir y repetir sin sentido lo que se aprende. Una inscripción del cuerpo de otra manera, de placer, diversa a la inscripción del cuerpo-médico de los alumnos, ahora considerados pacientes (médicos, neurológicos, psicológicos, psiquiátricos) “Antidoping escolar” “expediente médico de los alumnos, etc. No es extraño, por ejemplo, que se presenten tantos síntomas clavados en el cuerpo (violencia extrema, asfixias, cortadas, laceraciones, golpes, bullying, anorexia, bulimia, etc.) justo cuando el cuerpo es una frontera a querer dominar y controlar: medicinas, salud, comida, bebida, drogas, etc.

En la respuesta de la maestra se puede apreciar un detalle de la excesiva información y supuesta profesionalización, los discursos “especializados”: maestros, padres de familia, etc. terminan por sentirse impotentes ante situaciones que otrora resolvieran de otras maneras: pretender producir una educación en paralelo a los procesos que tienen lugar en las industrias, se produce educación para lelos. De ahí la pertinencia de lo dicho por Verhaeghe “…la pregunta que siempre se impone no es: pero, “¿Qué tienen, pues, nuestros hijos?”¿Cómo explicar que los adultos y los profesores de hoy ya no sean capaces de hacerles frente (a los niños)?” Similar a lo relatado por una persona que ve a unos niños vecinos, de alrededor de 12 años, jugando “al doctor”, no les dice nada, sino plantea a su esposa la cuestión e ir al día siguiente a denunciar al DIF por acoso sexual, cuando ante lo que estaba era un juego, pero el miedo de “Bueno, pero no vaya a ser que de grandes se vuelvan unos violadores” apareciendo la referencia del violador/mal alumno/ asesino en ciernes, el sujeto peligroso del que habla Foucault, que surge en el s. XVIII.

Es diferente interpretar a leer.

La interpretación es siempre sobre lo conocido, además tendiente al error. Como suele decir un buen amigo: “Los problemas de hoy son las soluciones de ayer”

O lo que la clínica psicoanalítica plantea: “Si usted ha comprendido, seguramente está equivocado”… “Todo lo que en el comportamiento humano es del orden psicológico está sometido a anomalías tan profundas, presenta en todo momento paradojas tan evidentes”[7] “Lo comprensible es un término fugitivo, inasible, es sorprendente que nunca sea calibrado como una lección primordial, una formulación obligada a la entrada a la clínica. Comiencen creer que no comprenden. Partan de la idea del malentendido fundamental. Esta es una disposición primera, sin la cual no existe verdaderamente ninguna razón para que no comprendan todo y cualquier cosa[8] (Jacques Lacan, 1955-56)

Se comprende partiendo de supuestos ya dados, a través de los cuales se cree poseer una respuesta, pues el saber siempre guarda un vínculo con el poder[9] En dicho modelo de aplicación (llamémosle de prejuicio científico-médico-psicológico) se ve y hace lo que se conoce, entonces la realidad es la que se adecua a la teoría (como la cama de Procusto) a símbolos e interpretaciones a la manera de “X significa siempre Y” , como un diccionario del estilo de ¿Qué significa soñar con…?

Como cuando se reduce una interpretación partiendo de un rasgo, como en este caso: Si la niña se orina o se masturba, entonces quiere decir que a) fue abusada sexualmente o b) tiene problemas psicológicos. Entonces no se aprecia el sentido, la lógica de lo que en verdad sucede: el objeto que la mueve a que haga tal o cual cosa, incluso puede que ese sentido a ella se le escape, esté como algo no-sabido, no pudiendo responder sobre el sentido, por ejemplo cuando le preguntan ¿Por qué hace lo que hace?...de ahí que eso Inconsciente (lo no sabido de lo que se dice y/o hace) puede investigarse mediante el método psicoanalítico tomando los elementos que el caso presenta: ¿Qué hizo? ¿Ante quién? ¿Cuál es la lógica deseante que lo empuja? ¿Por qué?...

Lo que transforma el método psicoanalítico es pasar de la interceptación a la lectura de los elementos en cuestión, justamente buscar dar con el por qué a partir de seguir las pistas del cómo se presenta (Recomiendo leer Ramírez-Garza, C. ¿Qué es un síntoma? http://camiloramirez.jimdo.com/articles/ ) La cura analítica es una cura hablada, que parte de la superficie de las palabras, para dar cuenta de los efectos y sentidos: Pues “…el síntoma subsiste en la medida en que está enganchado al lenguaje, por lo menos si creemos que podemos modificar algo en el síntoma por una manipulación… (de lectura), es decir que opera sobre el sentido”[10]

Por ello Freud planteó como el método analítico pedirle a los pacientes: “Hable ud de todo lo que se le ocurra, por más sin sentido y vergonzoso que le parezca” pedía Freud a sus pacientes. Justo para intentar desbaratar el aparato de engaño del pensamiento (el pensa-miento) posibilitando analizar (separar en partes) a fin de advertir el efecto de sentido y resonancia de cada elemento puesto en la relación de uno a otro. “Un significante es lo que representa al sujeto para otro significante” (Lacan) Como cuando surge: niña balanceándose +niña orinándose + no sé que hacer ante eso +el libro que leí +la charla a la que fui… = niña abusada sexualmente. ¡Si es una niña muy abusada sexualmente, tan abusada que disfruta de su ”juguete” nuevo en la escuela”.

Camilo Ramírez Garza,

psicoanalista

camilormz@gmail.com

twitter: CamiloRamirez_



[1] Verhaeghe, P. El amor en los tiempos de la soledad. Buenos Aires:Paidós, 2005. (2ª reimpresión) pp.87 y sigs.

[2] Lacan, J. El Seminario de Jacques Lacan: libro 3: las psicosis, 1955-1956. 1ª ed. 14ª reimp. Buenos. Aires: Paidós, 2006., pp. 32.

[3] Ramírez-Garza, C. Capítulo I: La psicologización y psiquiatrización del ámbito escolar. En Osorio, F., Del Campo, E., Ramírez-Garza, C. Ejercer la autoridad: un problema de padres y maestros. Buenos Aires: Noveduc, 2009.

[4] Bauman, Z. Miedo Líquido: la sociedad contemporánea y sus temores. Barcelona: Paidós, 2006, P.32

[5] Op.cit Osorno, F., Ramírez-Garza, C

[6] Foucault, M. Vigilar y castigar. México: siglo XXI, pp26 y sigs.

[7] Lacan, J. El seminario 3:las psicosis, Buenos Aires: Paidós, p. 17.

[8] Op.cit. Sem. 3 Las psicosis, p. 35

[9] Cfr. Foucalt, M. El saber y las formas jurídica, Ed. Gedisa.

[10] Lacan, J. El seminario 23 El sinthome, Buenos Aires: Paidós, p.40.